La maestra jubilada
Han pasado tantos años
y sus ojos han perdido,
el brillo resplandeciente
por lo que se ha vivido.
En aquella humilde aula
rodeada de pequeñuelos,
pareciera que aún escucha,
sus voces y sus anhelos.
al recordar la miseria,
la falta de leche caliente
recuerda que la reemplazaba,
por un mate cocido hirviente,
Acompañado alguna vez
por torta frita caliente.
recuerda aquellas caritas
y sus temblorosas manitas,
sobresaliendo de un abrigo
cubierto de agujeritos.
¡Como iban a entrar en calor!
sino resguardaban ni del dolor.
Cuando bajaba su mirada,
unas alpargatas sin tiempo,
acompañaban deditos,
entumecidos por el viento.
Era el extremo hiriente,
de una pobreza viviente.
La maestra jubilada,
hurga en su mente gastada,
mientras ruedan lágrimas vivas
por las mejillas arrugadas.
Ella fue maestra de frontera,
cuando abrazó la docencia,
no solo para alfabetizar
sino para resolver la indigencia.
Había que acompañar
con acciones inesperadas,
que nacían préstamente
en esas tierras olvidadas.
Algunas mañanas recorría
leguas y leguas a pie,
para socorrer algún alumno
que había tenido un traspie.
Su pálida piel se fue quemando,
bajo el sol abrasador,
compitiendo con armando:
el moreno repartidor.
Han pasado tantos años
y sus ojos han perdido,
el brillo resplandeciente
por lo que se ha vivido.
En aquella humilde aula
rodeada de pequeñuelos,
pareciera que aún escucha,
sus voces y sus anhelos.
al recordar la miseria,
la falta de leche caliente
recuerda que la reemplazaba,
por un mate cocido hirviente,
Acompañado alguna vez
por torta frita caliente.
recuerda aquellas caritas
y sus temblorosas manitas,
sobresaliendo de un abrigo
cubierto de agujeritos.
¡Como iban a entrar en calor!
sino resguardaban ni del dolor.
Cuando bajaba su mirada,
unas alpargatas sin tiempo,
acompañaban deditos,
entumecidos por el viento.
Era el extremo hiriente,
de una pobreza viviente.
La maestra jubilada,
hurga en su mente gastada,
mientras ruedan lágrimas vivas
por las mejillas arrugadas.
Ella fue maestra de frontera,
cuando abrazó la docencia,
no solo para alfabetizar
sino para resolver la indigencia.
Había que acompañar
con acciones inesperadas,
que nacían préstamente
en esas tierras olvidadas.
Algunas mañanas recorría
leguas y leguas a pie,
para socorrer algún alumno
que había tenido un traspie.
Su pálida piel se fue quemando,
bajo el sol abrasador,
compitiendo con armando:
el moreno repartidor.
La sonriente embajadora
del delantal almidonado,
en ese Chaco relegado,
el respeto se había ganado.
Las imágenes se diluyen
ya no se podrán rescatar
Sus ojos, se cierran solos,
por el esfuerzo de recordar.
Mientras una sonrisa se asoma,
al observar un imaginario lugar
tan hermoso e inolvidable,
como la rosa carmín
que le dió el benjamín,
como despedida final
de un amor sin fin.
MEM-"Poesías Históricas y otras más" 2007
En homenaje a la maestra de frontera Zulma Maggi, mi admirada amiga, fallecida este año en Carpintería de San Luis. Recién recibida de maestra normal junto a su hermana fue a la provincia del Chaco dando lo mejor de sí. Fue una de las tantas maestras olvidadas que hicieron patria, como tantos otros que perdidos en las sierras, en la selva misionera, en el delta o en la puna cumplen hoy con sacrificio, la noble tarea de formar a los futuros ciudadanos de esta tierra. Un saludo a todos los maestros que cumplen o han cumplido con verdadera vocación esta enorme responsabilidad de enseñar. Martha.E.Montenegro.
En homenaje a la maestra de frontera Zulma Maggi, mi admirada amiga, fallecida este año en Carpintería de San Luis. Recién recibida de maestra normal junto a su hermana fue a la provincia del Chaco dando lo mejor de sí. Fue una de las tantas maestras olvidadas que hicieron patria, como tantos otros que perdidos en las sierras, en la selva misionera, en el delta o en la puna cumplen hoy con sacrificio, la noble tarea de formar a los futuros ciudadanos de esta tierra. Un saludo a todos los maestros que cumplen o han cumplido con verdadera vocación esta enorme responsabilidad de enseñar. Martha.E.Montenegro.
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