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miércoles, 2 de agosto de 2017

LA ESPAÑA QUE YO SOÑE. Parte I

Hace un tiempo largo que tenía deseos de visitar la cuna de mis ancestros, y este año, luego de un tiempo largo de preparar el viaje, porque nada se consigue sin  esfuerzo, pude subir a un avión y pisar por primera vez este lugar tan imaginado y tan esperado. Quizá Colón, al otro lado del Océano, sintió algo parecido- pensé- salvando los tiempos y  las circunstancias que cada uno tuvo como meta al viajar,  su ansiedad por  llegar  y su necesidad de observar lo que la imaginación había preparado de antemano, por  lecturas previas o simplemente por lo que nuestro cerebro   prepara para que nos sintamos expectantes  y emocionados. La realidad es siempre tan diferente, y los tiempos se llenan de actos administrativos que hasta uno olvida la emoción del primer paso al otro lado del continente.
Al salir del Aeroparque de Barajas pude observar desde un taxi que nos acercábamos al centro de Madrid, hermosa ciudad, prolija, con grandes monumentos y con estilos arquitectónicos de distintos tiempos, grandes edificios cuyos frentes marcaban el grado de importancia de su ubicación y su actividad, con avenidas donde las marcas más conocidas podían mostrarnos sus vidrieras, dándonos idea  del grado de importancia de la Capital de un país.
Nuestro hotel estaba en una avenida muy concurrida, casi en el centro, cercano a museos, teatros y gran cantidad de restaurantes de diferentes preferencias para los turistas que visitaban la ciudad. Lo que nos llamo la atención fue las  diferentes razas que nos cruzaban y se mezclaban con los demás, sus idiomas nos daban una idea de donde venían en temporada turística alta. El calor era intenso y se podía observar la proliferación de mesas muy cerca de la avenida, y  a sus costados pequeñas calles donde también había oferta de bebidas heladas, como toda ciudad los horarios no era un problema, pareciera que muchos de ellos seguían a largas horas por las noches.
Los lugares a visitar eran tantos que optamos por elegir algunos que nos parecían interesantes, uno de ellos fue una Feria, concurrida por su gran aporte comercial, de todo se podía encontrar allí, tenía un ascensor o varios, subimos y bajamos en uno, todo lo que uno pueda imaginarse sobre frutos, conservas, artículos varios de diferentes países de oriente o occidente estaban allí, todo prolijamente acomodado y con un sentido práctico de las formas y  su higiene. creo que nunca había observado tantos artículos y todos allí, al alcance de quien quisiera comprar y todo lo inimaginable de cualquier lugar del mundo. También recorrimos algunos lugares históricos y pudimos cenar en un pintoresco lugar que colmo nuestras expectativas y nuestros gustos culinarios.
Por la mañana nos fuimos a Toledo, lugar que nos maravillo porque la historia leída se quedó corta.
Hermosa Madrid, acogedora, prolija, respetuosa de las normas y cuidadosa  de su gente y de sus visitantes, extraordinaria su arquitectura y también el cuidado de su cultura. Una ciudad donde el visitante se siente protegido a pesar de que el terrorismo esta cerca.

PRIMERA PARTE